La metanfetamina guarda una estrecha relación con las anfetaminas aunque el efecto de la primera sobre el sistema nerviosos central es mucho mayor. En ambos casos tienen algún uso médico pero este debe estar controlado y fundamentado.
Esta droga puede consumirse por vía nasal u oral, mediante la inhalación de polvo, aunque también puede inyectarse por vía intravenosa o fumarla con lo cual se incorpora rápidamente al cerebro.
La metanfetamina es conocida por ser un estimulante adictivo que reduce el apetito y provoca una sensación general de bienestar. Esta sustancia tiene como objetivo excitar los receptores encontrados en las neuronas, vinculados a las señales de gratificación y recompensa por lo cual produce un estado de euforia, ayuda a aliviar la fatiga y mejora el rendimiento en tareas consideradas simples.
Los efectos que produce esta droga pueden duran hasta 6 o incluso 8 horas. Las personas adictas a la metanfetamina pueden permanecer despiertas durante varios días, lo cual les genera un agotamiento psicológico, físico y cognitivo. Pero a causa de que esta sustancia bloquea las señales somáticas, como por ejemplo el sueño, el hambre y la fatiga, el individuo no se percata de su deterioro funcional progresivo.
Cuando se presentan estos casos, una vez que el organismo se encuentra libre de droga, los individuos pueden llegar a experimentar grandes estados de agitación psicomotriz, llegando en algunos casos a cuadros de disociación psíquica. Estas situaciones se producen cuando el organismo es sobre dosificado o en casos extremos de adicción.