La heroína es una droga opiácea que se obtiene a través de la morfina, esta última derivada del opio. Esta droga, en general, se presenta en forma de polvo blanco el cual se puede fumar, inyectarse o inhalarse a través de las fosas de la nariz.
En un primer momento los síntomas que provoca pueden considerarse placenteros pero con el correr del tiempo la heroína provoca gran malestar, el cual se va acentuando con el paso de los días. Los efectos que produce esta sustancias afectan al organismo, se dirigen directamente al cerebro, en donde se convierten en morfina y provocan sensaciones placenteras y agradables, como ser calma o euforia.
En general, estas sensaciones dependen de la cantidad y la calidad de la heroína que se consume, es decir que cuanto más se tome la intensidad de las diversas sensaciones será mayor. Además de la sensación de bienestar que se produce también aparece la supresión del dolor. Pero no todos los síntomas son agradables.
A estos efectos hay que sumarles otros como nauseas, vómitos y la sensación de que se produce una depresión respiratoria. También se produce saturación mental, sequedad en la boca, somnolencia o sensación de pesadez en las piernas. Además se puede sentir gran calor corporal y una alteración de los sistemas cardiacos y respiratorios.
En el caso de que la dosis consumida sea muy elevada puede provocar la muerte. El consumo de esta droga provoca dependencia casi inmediatamente por lo que una vez que se ha comenzado a consumir es muy difícil dejarla. La supresión del consumo de la heroína provoca, al igual que en otras drogas, el síndrome de abstinencia.