Los efectos y las consecuencias que provoca el consumo de cocaína varían según la frecuencia con la que esta sustancia se consuma y con el abuso y el tiempo que la persona lleva consumiendo.

Se sabe que la cocaína es un alcaloide que funciona sobre la dopamina, la cual es una sustancia que actúa sobre ciertos neurotransmisores del cerebro, alterando la comunicación entre neuronas. Los efectos que se producen con su consumo son inmediatos.

Lo primero que sucede es una subida del estado de ánimo seguida por una gran excitación y elocuencia. El efecto de esta droga puede durar hasta una hora, dependiendo de la pureza de la sustancia consumida. Esta se puede inyectar (luego de ser disuelta en agua), inhalar, o fumar (este es el caso del crack).

Cuando su efecto primario se extingue el consumidor siente una gran ansiedad y depresión, de acuerdo con cada persona. Si el individuo es un consumidor regular, el estado posterior a la excitación se presenta con más fuerza por lo que la necesidad de volver a consumir se les vuelve imposible de resistir.

Es en estos momentos cuando la persona empieza a correr riesgos de convertirse en un drogodependiente, ya que el consumo regular de cocaína genera la necesidad psicológica de seguir consumiendo. Sin embargo esta droga no genera una dependencia física.

Los riesgos que conlleva la cocaína dependen, más que nada, de la forma en que se la consuma. Por ejemplo: si se aspira puede producir lesiones nasales, si se inyecta la posibilidad de sobredosis es mucho mayor y si se fuma se pueden dañar los pulmones de una forma irreversible.